EN RECUERDO DE OLIVERIO GIRONDO


Oliverio Girondo tuvo la suerte de nacer en la Argentina de finales del siglo XIX y de vivir hasta la primera mitad del siglo XX. Compartió la amistad de grandes artistas como Salvador Dalí, Macedonio Fernández, Rafael Alberti y Gómez de la Serna; pero, también, la posibilidad de escribir en Proa, Prisma y Martín Fierro, las más importantes revistas culturales del continente americano.

Imagen tomada de Infobae
Su formación intelectual fue de la quien tuvo la fortuna de nacer en cuna privilegiada. Durante su primera infancia viajó a países como Alemania, Italia, Bélgica y España, lo que le permitiría conocer la cultura del mundo de primera mano y formarse, ya durante su juventud, en colegios de Inglaterra y Francia.



Estos datos biográficos son importantes para entender el universo poético del argentino, ya que sus viajes lo determinaron como artista y como hombre de vanguardia. De no ser por su formación en el antiguo continente difícilmente habría podido acceder al idioma intelectual y cultural que se hablaba por aquel entonces en el mundo y hubiese podido traer, a su vuelta, toda la potencia, musicalidad y hondura que emanan sus poemas para mezclarlo con su universo latinoamericano, el de las ciudades porteñas, de soledades inconmensurables, nostalgias perpetuas, de amores y erotismo soterrado.




Pese a que su obra no es extensa, su legado es muy valioso para nuestra lengua.  Sus libros son: Veinte poemas para ser leídos en el Tranvía (1922), Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932), Persuasión de los Días (1942), Campo Nuestro (1946) y En la Masmédula (1953), entre otros en prosa. 



No sería desacertado decir, pues, que la poesía de Oliverio Girondo dejó en los lectores la cadenciosa armonía, en su más alta manifestación, de la lengua española; la profundidad humana requerida en toda obra con pretensiones de arte y la impronta de un territorio poético propio y fecundo que tiene como linderos el surrealismo y la experimentación con el lenguaje.

A continuación, un ejemplo: 

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Para la muestra, el siguiente poema:
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.


O dos, mejor:


Apunte Callejero
En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos
buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe
las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par
en par una ventana.

Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se
me entran por la pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar…
Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda…
 
Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja
entre las ruedas de un tranvía.

Hay que volver a Girondo. Hay que volver a la poesía que no es más que el acto comunicativo del espíritu. volver a la poesía es ver con ojos distintos la realidad, más cerca de la estética que de la pragmática, más cerca del corazón que del cerebro. Hay que volver a Girondo para que los artistas nos muestren otras realidades, nos hagan sentir el vértigo de la creación. No la repetición, no la vulgaridad vestid de arlequín; artista no es aquel que hable florido o se vista como tal; artista es el que cambia el mundo, comenzando por el interior para agarrar el exterior por el pescuezo y decirle a la realidad que no todo lo que tocamos existe y no todo lo inasible es olvido.



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