NADAÍSMO (PRIMERA PARTE)

En Medellín, sede nacional de la beatitud, apareció en 1958 en la papelería y tipografía Amistad un folletín de 42 páginas titulado: Manifiesto Nadaísta, firmado por “gonzaloarango”. La ruptura del orden establecido, la irreverencia y la negación serían sus principios; tal y como lo expresa la primera parte del mencionado manifiesto: “El Nadaísmo es una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. Para la juventud es un estado esquizofrénico-conciente contra los estados pasivos del espíritu y la cultura”. Desde ese momento, un vasto movimiento de insurgencia intelectual iba a desempeñar un papel preponderante en el panorama cultural colombiano, el cual, a pesar de muchos, marcó un hito imborrable para una generación.

LA SITUACIÓN EN COLOMBIA ANTES DE LA  NADA

Para hablar del Nadaísmo es necesario tomar como referencia los hechos nacionales en los cuales se desarrolló este movimiento para comprender un poco mejor la naturaleza y motivaciones  de los exponentes de esta revolución poética.

Así, durante el decenio 1950-1960, uno de los más traumáticos para el país, debido a  la  violencia que generó la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, se presentó un estado de zozobra colectivo, producto de  los enfrentamientos entre los dos partidos tradicionales, dejando cerca de 400 mil muertos y un país sumergido en la modorra. En estos primeros años de la década de los cincuentas, aparecen grupos guerrilleros de filiación liberal en zonas rurales, de igual forma se acusaba al conservatismo de propiciar desde el gobierno la persecución y asesinato de liberales a manos de la policía chulavitas. El terror producido por la guerra llevó a miles de familias liberales y conservadoras a desplazarse a los centros urbanos, lo que derivó en un aumento demográfico en las principales ciudades colombianas. Posteriormente, con el asenso al poder del general Rojas Pinilla, la violencia disminuyó. No obstante, la guerrilla de orientación comunista permaneció activa y en pie de lucha.
“Pienso que la sociedad en sus períodos de crisis levanta mitos para no dejar hundir el prestigio del espíritu. Yo nací para llenar la ausencia de valores mientras se restablece el equilibrio, y retorna cierta sensibilidad abatida por el materialismo y el griterío del tumulto”. Gonzalo Arango
La dictadura de Rojas Pinilla se caracterizó por las represiones militares, no sólo a las facciones comunistas sino también a los partidos liberales y conservadores. Su presencia en el poder se consideró como una solución transitoria a los problemas económicos y de violencia; tal vez por estas razones Gonzalo Arango decide unirse al Man, la tercera fuerza de Rojas, llegando a ser Suplente de la Asamblea Nacional Constituyente en 1954. No obstante, esta situación no perduró más tiempo del necesario; la dirigencia liberal y conservadora creó un frente común  que propiciaría el desarrollo económico a partir de la estabilidad política. El Frente Nacional contó inicialmente con muchos adeptos, muestra de ello, fue la contundente victoria del plebiscito convocado para avalar el pacto.

Fue durante esta nueva “patria boba”, según la opinión de muchos, que se desarrolló el nadaísmo. Era la oportunidad perfecta de escandalizar a un país históricamente sumergido en el parroquialismo pacato, dispuesto a alborotarse por cualquier cosa. No obstante, era precisamente en dicha letargo donde el nadaísmo encontraría su razón de ser,  su máxima...
Tomado de gonzaloarango.com

DE LA  NADA AL NADAÍSMO

Gonzalo Arango nació en Andes Antioquia, el 18 de enero de 1931. De familia tradicional, su padre telegrafista primero y luego burócrata conservador. Gonzalo estudió la primaria con los Hermanos Cristianos, posteriormente estudiaría el bachillerato en El Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia. Una vez en la universidad alcanzó hasta tercer año de derecho en dicha institución educativa; abandonó la carrera, según diría años después, por cierta inclinación suya a torcerlo todo.

El 10 de mayo de 1953 siendo suplente de la Asamblea Nacional Constituyente y una vez abajo la dictadura de general Gustavo Rojas Pinilla, se pidió la cabeza de Gonzalo Arango, razón por la cual optó por un discreto exilio en el Valle del Cauca más precisamente en Cali, lugar en que redactó su primer Manifiesto Nadaísta. Gonzalo sacó de la nada una generación de perturbadores del orden establecido recién escapados del colegio o del seminario, y les impartió la orden de ir por el mundo predicando la buena nueva de que la salvación se iba a demorar un poquito. Tomó con ímpetu y coraje su doctrina y sus batallas contra los enemigos de la dignidad humana, por lo cual se jugó hasta su decencia. La juventud vio en él una de sus innovaciones y él supo premiar a sus prosélitos con una rara juventud del pensamiento a través del tiempo. Representó, con su hechizo magnético y el poder de su verbo, la imagen mítica del poeta como voz de la horda, más allá de los mismos Silvas, Flórez, López, Carranzas, Zalameas, Vidales y Barba-Jacobs. Hundió mil millones de teclas clamando por el hombre sin ataduras, con tal vehemencia que terminó concediéndole a la concepción casi olvidada de Dios una segunda oportunidad. 
“Las ovejas negras (o poéticas) de estas aristocracias de la paciencia comienzan por ser promesas de la estirpe, el pichón de cura que llegará a obispo o el cachorro de abogado que ascenderá a intrigante. Gonzalo fue el cachorro hasta cuando abandonó el derecho —por una siniestra inclinación a torcerlo todo, confesó más tarde...” Eduardo Escobar
Luego de estos avatares y ya con los primeros adeptos, Gonzalo comenzó su carrera evangelizadora: convocó a sus amigos al Parque Berrio de Medellín, y luego de leer un discurso en que elogiaba a Pablo Alquinta, jinete del popular concurso hípico del 5 y 6 , en detrimento de Miguel de Cervantes, procede a quemar los libros de su biblioteca personal, cabe mencionar que dentro de estas obras se encontraba los textos nihilistas de Sartre, por medio de la Nausea, llegaba hasta los recovecos más distantes de la geografía colombiana hasta encontrarse con su lector predilecto. Adempero,  la obra de Albert Camus, en  el aspecto estilístico y narrativo le ofrecería a Arango el refinamiento de su prosa...

Otro de los acontecimientos cuestionados a los Nadaístas fue el de realizar el mismo acto, esta vez en la Universidad de Antioquia. Como regicidio simbólico  arroja al fuego el borrador de su primera novela, Después del Hombre, escrita durante su efímera y de por sí truncada carrera de derecho. 

De igual forma, otro de los episodios que generó una controversia descomunal, al punto de terminar en la cárcel un buen número de Nadaístas, fue el relatado por Eduardo Escobar: “Hay unos escándalos en los cuales estuvimos mezclados. El “sacrilegio” en la basílica metropolitana de Medellín fue uno. Lo que hubo ahí fue, en realidad un mal entendido de los antioqueños. Nosotros fuimos a comulgar en un día muy solemne: La Clausura de la Gran Misión. Lo hacíamos como una prueba intima a la que sometíamos nuestro nadaísmo. ¿soy capaz de ir y comulgar o no? Pero como entramos a la basílica en grupo y teníamos el pelo largo y como la gente nos conocía...  cuando comulgamos salimos al atrio. Cuando salimos, la gente armó una gran confusión. Unos decían que sí habíamos comulgado. Otros decían que no pudimos haber comulgado porque éramos ateos se formó un gran malentendido. El hecho es que terminamos presos y excomulgados”1, recuerda Eduardo Escobar.
Poema 'Muerte no seas mujer', leído por Gonzalo Arango
De igual modo, del nadaísmo se pueden hacer dos lecturas, una exterior que es la que salió en la prensa y otra oculta que es la de las epístolas. Muchas veces lo que salía exteriormente no obedecía a la realidad de los nadaístas, casi siempre obedecía a una estrategia para volcar la mirada de los medios en los mensajes que los nadaístas querían enviar (no se debe olvidar que los nadaístas fueron unos estupendos publicistas). “muchas veces Gonzalo nos llamaba “mañana compren el periódico que los voy a demoler. Pero ustedes deben escribir a tal persona en el periódico. Ya hable con él para que les dé despliegue”expresa Eduardo Escobar 2.

Dentro de todo este flujo y reflujo de nuevas ideas que hacia mella en los corazones oprimidos de estos jóvenes colombianos, era necesario, como en todo movimiento de vanguardia, mirar hacia atrás, buscando predecesores que los respaldaran para así acrecentar el tsunami.

Allí estaba él, en su finca de Envigado, esperando, apacible como siempre... el filósofo y escritor Fernando González.

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1 Escobar Eduardo, citado por José Hernández y Héctor Rincón, en “El abc del Nadaísmo”, Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, septiembre 11 de 1988, p12.

2 Íbid.



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